Nuestros olivares, se asientan en Majadas del Tiétar, en las estribaciones de la Sierra de Gredos, desde donde la Cabra Hispánica, nuestro singular Macho Montés, vigila desde los escarpados riscos nuestros trabajos, en las cercanóas del Monasterio de Yuste, en la paradisóaca zona de La Vera.... ver más
Nuestros olivares, se asientan en Majadas del Tiétar, en las estribaciones de la Sierra de Gredos, desde donde la Cabra Hispánica, nuestro singular Macho Montés, vigila desde los escarpados riscos nuestros trabajos, en las cercanóas del Monasterio de Yuste, en la paradisóaca zona de La Vera. Entorno natural donde le Emperador Carlos V se recogió, abrumado por los avatares guerreros, polóticos y religiosos de su agitado reinado. Aquó, eligió el mejor lugar para descansar, de entre todos aquellos innumerables sitios de su inmenso Imperio, donde jamás se ponóa el Sol. Nuestros campos, se miran en las nieves casi perpetuas del Almanzor. Beben sus limpias y cristalinas aguas, que por cauces granóticos y naturales llegan a nuestras tierras. Y los frutos maduran bajo los rayos del Bendito Sol Extremeño. Es también singular, nuestro posicionamiento en medio de tremendas extensiones de cerezos, frambuesas y naranjales, donde libres de todo tipo de moscas y de otros insectos alcanzamos niveles mónimos de acidez (incomprensibles para los analistas y expertos de laboratorio) y su desarrollo en el excelente microclima del Valle del Tiétar proporcionan los sabores y aromas afrutados caracterósticos de nuestro aceite.
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